lunes, 13 de abril de 2009
Un mundo mejor es posible, pero con otro modelo de sociedad
Agustí Chalaux i de Subirà fue un muy inteligente, tenaz, y perseverante investigador social catalán, que sin duda nos legó un muy interesante y valioso proyecto social, muy completo, holístico, con muy buenas ideas de base, con muy buenos enfoques sectoriales, y que da soluciones viables y concretas y prácticas a los grandes males de este siglo XXI, de este tercer milenio que recién comienza. Y en este sentido merece destacarse: (1) Definición de un nuevo modelo de sociedad, definición de una remozada visión socioeconómica, de una nueva arquitectura financiera, tanto en el ámbito internacional como en el ámbito de las distintas economías nacionales y de los distintos espacios regionales o provinciales; (2) Importante cambio de enfoque en relación al control del narcotráfico y en relación al control de actividades ilegales de diverso tipo y alcance, incluyendo los tradicionales robos de oportunidad y los copamientos a mano armada; (3) Tratamiento nuevo y novedoso respecto de la marginación social y de la pobreza extrema; (4) También positivos efectos directos e indirectos respecto de la especulación en toda su amplia gama de posibilidades, especulación agiotista o de acaparamiento, especulación usurera y/o bancaria, especulación financiera en bolsa de valores, especulación inmobiliaria, especulación de gran alcance y con gestación de lo que en la jerga técnica se conoce como burbujas de crecimiento descontrolado o burbujas económico-financieras o burbujas de expectativas; (5) Incluso también interesante intervención en la problemática de la violencia social en los distintos ámbitos, familiar, callejera, racial, sociocultural, de género, etcétera; (6) También propuestas muy interesantes e innovadoras en temáticas educativas y pedagógicas, así como en relación a la afirmación de valores humanos y a la propia afirmación de la espiritualidad; (7) Defensa bien argumentada de la necesidad de dar un enfoque más racional y científico a las cuestiones sociales, y comenzando por el desarrollo de una adecuada terminología multidisciplinaria.
No obstante las ventajas destacadas que sin duda deberían atraer de inmediato la atención de las personas bien intencionadas, la propuesta de este pensador social catalán no ha tenido hasta ahora una repercusión acorde a las expectativas expresadas. Me explico, sin duda hay ya un buen número de analistas sociales y de pensadores y de educadores y en general de ciudadanos, convencidos de los aportes positivos que podrían ser generados por aplicación de las propuestas de Agustí Chalaux de Subirà en distintos espacios y a distintas escalas. También hay varias instituciones educativas que en una u otra forma han integrado las ideas de Agustí a su hacer cotidiano y a su currícula de estudios. Con toda evidencia también ya existe tanto material escrito como material audiovisual de muy buena calidad en relación a la cuestión que aquí nos ocupa, el cual incluso está disponible en Internet, y el cual ha sido traducido a diferentes idiomas. No obstante estos aspectos sin duda positivos y que favorecen la difusión, las propuestas de Agustí aún no han alcanzado una circulación fluida en los grandes medios de comunicación social, y tampoco se tratan sus ideas en los ámbitos decisorios de mayor nivel, ni siquiera en España, país natal de este pensador.
¿Por qué se da esta situación? ¿Por qué no se analizan con seriedad estas ideas por parte de competentes grupos pluridisciplinarios? Entre otras cosas, el pensamiento de Agustí proporciona interesantes enfoques en relación a la atenuación o incluso posible erradicación de las burbujas especulativas y de las recurrentes crisis recesivas mundiales, de las recurrentes crisis socioeconómicas globales o regionales. Entonces: ¿Porqué en ciertos ámbitos técnico-políticos no se debate el proyecto social de este inteligente y emprendedor catalán, cuando por otro lado tanto preocupan estos temas económicos que hoy día afligen al mundo, y para los que no se avizoran soluciones sencillas y rápidas por ninguna parte?
Agustí Chalaux de Subirà era un buen orador y sin duda además tenía un atrayente carisma personal. Si en vida dicho pensador no logró traspasar esa barrera invisible que permite transformar una propuesta en un conocido paradigma de referencia para la acción, sin duda será porque hay unos cuantos elementos que en este caso están actuando en contra de una más acentuada difusión y consideración.
Quienes respetamos y admiramos a Agustí Chalaux de Subirà, obviamente deberemos aprovechar todas las ocasiones y los medios que se encuentren a nuestro alcance, a efectos de crear los ámbitos para que sus propuestas sean conocidas y discutidas, pues de otra forma por largo tiempo todo va a continuar más o menos en la misma situación que hoy día, pues las propuestas alternativas que circulan por ahí, inclusive en el G-8 o en el G-20 o en el G-20 ampliado, son meros paños fríos, son meros paliativos tal vez con ciertos efectos positivos sectoriales y/o de corto plazo, pero con un enfoque exageradamente particular y restringido. Los entusiastas de las ideas de Agustí deberemos tratar de estar en el momento más adecuado con la sugerencia más adecuada, y/o con la exposición de motivos más ajustada a la situación, y/o con el material más adecuado y atrayente, pues caso contrario y con el desinterés generalizado que parece haber en muchos ámbitos, será difícil que podamos revertir el status quo actual. El propio Agustí desplegó en vida una actividad de promoción intensa y febril, esperando que un cambio se produjera en cualquier momento, esperando un reconocimiento más generalizado en el que sin duda tenía fe, pero esas condiciones más favorables se hicieron esperar. ¿Dónde está realmente el problema? ¿Por qué en este caso una mayor repercusión se revela como esquiva, a pesar de las relevantes acciones ya cumplidas?
Tratando de profundizar en estas interrogantes, en los párrafos que siguen haré referencia a varias reflexiones y observaciones formuladas por Jordi Griera i Roig, sin duda otro entusiasta admirador de Agustí. Este amigo maneja diversas posibilidades sobre el asunto planteado.
Por un lado señala que el problema tal vez radica en una oligarquía bien preparada y bien atenta, con gran determinación y empeño en perpetuar las ventajas de las que goza con el sistema actual, de las que goza con la organización jurídica-económica-social actual. Dicha oligarquía, dicha cima de poder y de riqueza y de mando, por cierto no es omnipotente, no es imposible de doblegar, pero sin duda tiene gran incidencia en los gobiernos y en los parlamentos, así como también en los medios masivos de comunicación social, y posiblemente también en el propio sistema educativo. Frente a esta situación poca cosa pueden hacer voces aisladas o emprendimientos modestos, al menos mientras no se den situaciones extremas en forma generalizada, al menos mientras muchas conciencias se encuentren adormecidas por un buen establecido adoctrinamiento, por un buen establecido sistema paradigmático referencial favorable al mantenimiento de nuestra actual ordenamiento socio-financiero.
Y Jordi Griera se pregunta si la actual crisis financiera global podría cambiar en algo esta situación. Y su respuesta es que en principio poca cosa va a cambiar, y que al contrario la oligarquía dominante va a salir fortalecida y no debilitada de las turbulencias productivo-económicas que se están dando, por la sencilla razón que las presiones que sin duda se están ejerciendo sobre los sectores de poder y de mando, van a hacer caer a los elementos más débiles e incompetentes, pero van a fortalecer a los sectores más duros e inteligentes, que supieron anticipar y predecir los cambios, y que supieron actuar en consecuencia. Así, a la salida de la actual crisis mundial que sin duda en algún momento se concretará, la plutocracia estará renovada, remozada, y tal vez incluso con una aureola de triunfo y de reconocimiento, pues no pocos la señalarán como los elementos salvadores, como los elementos que supieron revertir la crisis financiera y retomar la senda del progreso y del crecimiento. Así, cuando concluya la actual crisis económica mundial, la riqueza y el poder quedarán concentradas en menos manos, y quedarán concentradas en gente más inteligente, astuta, y competente.
Y continuando con sus elucubraciones, Jordi Griera se pregunta qué representan en este contexto los entusiastas del proyecto social de Agustí, y qué representan en general las voces discordes del actual estado de cosas, de la actual situación socioeconómica en crisis y con evidentes dificultades. Y este amigo se responde a sí mismo: Pues los disconformes somos una insignificancia, una especie de caspa en la cabeza pensante del pueblo, una especie de conciencia que sirve para dejar claro que hay libertad de pensamiento, pero que muy pocos se molestan en analizar lo que estos sectores están expresando y recomendando.
¿Qué debemos hacer para que nos oigan? ¿Qué debemos hacer para que las ideas de Agustí sean debatidas, evaluadas, y criticadas?
Bueno, al respecto Jordi Griera señala que ante todo debemos calmadamente valorar la situación, por cierto analizando las falencias que puedan descubrirse en la presente organización socio-productiva, pero también tratando de encontrar nuestros propios defectos de actuación para luego corregirlos. Y como defectos principales y que más inciden negativamente en el accionar de los entusiasta de Agustí y en quienes tienen la inquietud de proponer nuevos proyectos sociales y nuevos modelos de interacción e intercambio, inteligentemente este amigo señala los siguientes ítems: (1) Atomización; (2) Personalismos; (3) Inconcreción; (4) Falta de determinación, falta de coraje, falta de constancia, falta de medios, falta de experiencia; (5) Falta de capacidad para llegar al corazón de la gente, falta de capacidad de convencimiento y de sensibilización.
Con mis propias palabras trataré de explayarme y argumentar en relación a estos cinco ítems.
En relación al primer asunto, en relación a la atomización, en relación a las nuevas propuestas sociales que se visten y que se presentan al mundo, bien podría decirse que cada semana se formaliza en el planeta un grupúsculo nuevo, una nueva fundación o una nueva organización social no gubernamental o una asociación de hecho, con objetivos ambiciosos y por cierto con declaraciones grandilocuentes, objetivos y declaraciones que suelen no estar del todo mal, objetivos y declaraciones que generalmente son compartibles. Y por cierto la descoordinación entre estos grupos es muy notoria. Pareciera como que nadie desea integrarse y apoyar una iniciativa de otro, y así surgen centenares de miles de proyectos y de actividades. Basta que alguien tenga una idea prometedora y tal vez original, para que ello dé mérito a concretar una propuesta, y a fundar un movimiento o una agrupación o una asociación, precisamente a efectos de promocionar e impulsar este nuevo enfoque. Consecuencia: Nula sinergia, y también nula o escasa complementación. Cada cual atiende su nido sin preocuparse mayormente de cómo se está preparando el nido del vecino.
¿Y cómo se sale de esta situación? ¿Intentando formalizar una mega propuesta que sea abarcativa, o apoyando una de las propuestas ya concretadas? Obviamente, si se decidiera por esta última opción, todo el mundo diría: Apoyen la nuestra, apoyen la nuestra.
Por cierto, ni Jordi Griera ni yo mismo somos excepciones a la regla, así que obviamente proponemos se apoye el proyecto social y educativo de Agustí Chalaux de Subirà.
De todas formas, posiblemente hay varios argumentos a favor de la solución indicada. Por un lado las propuestas de Agustí ya han cumplido una interesante etapa de maduración, pues en líneas generales datan al menos del año 1984, momento de la fundación del Centro de Estudios Joan Bardina en Barcelona. Además, hay enfoques en este proyecto catalán que tal vez hoy día, con el estado actual de desarrollo tecnológico, no parezcan en forma alguna tan originales o revolucionarios. Por cierto, otra cosa muy distinta se daba en los años setenta y ochenta, momento en el cual los lineamientos fundamentales del proyecto social de Agustí fueron delineados; y éste es un elemento que merece ser reconocido. Por otra parte, esta propuesta social catalana es completa, es holística, pues intenta dar solución integral y exhaustiva a la gran mayoría de los problemas sociales y de las irracionalidades operativas hoy día presentes en nuestra realidad.
¿A qué apuntan estas argumentaciones y estos razonamientos que recién vienen de ser expresados? Muy simple. Tal vez el reconocimiento actualmente acordado al Proyecto Bardina podría ser mucho mayor, si fuera mucho mayor el número de adeptos. Si las adhesiones recibidas superaran un par de millones, posiblemente algún sector de poder se interesaría en este asunto, aunque más no fuere por razones meramente demagógicas o electorales.
Al igual que Jordi Griera, me declaro un bardiniano convencido, un bardiniano con todas las de la ley, pues he reflexionado mucho sobre esta propuesta catalana, y le he encontrado pocos aspectos flojos, asuntillos que por lo demás tienen solución.
Pero pasemos ahora al segundo punto: Personalismos. Por cierto la atomización y el personalismo están muy emparentados, pues el motivo de fondo de la atomización es el egocentrismo, una enfermedad muy generalizada y cuyos enfermos pocas veces se dan cuenta que la padecen. Y esta enfermedad se arraiga en las personas, hasta hincharlas e inflarlas como pelota. Una buena estrategia para intentar no padecer de esta dolencia, bien podría ser escudarse en un personaje con méritos notorios y con consolidados antecedentes, y en el caso que nos ocupa dicho personaje bien podría ser Agustí Chalaux. Por cierto no es necesario endiosar exageradamente los logros obtenidos por esta figura, pues no es imprescindible que lo que él haya dicho o escrito lo contemple todo y lo prevea todo. Los proyectos son todos perfectibles, y en especial cuando se los comienza a aplicar sin duda siempre se descubren detalles que tienen su importancia y que ameritan ajustes. De todas formas, Agustí Chalaux indudablemente expresó muchas ideas muy atinadas y muy prácticas, y lo hizo con brillantez y competencia.
Consideremos ahora el tercer punto o ítem: Inconcreción. Con toda evidencia, y por falta de recursos materiales y/o humanos, miles de propuestas se quedan en los prolegómenos, en las etapas iniciales. Y como una de las principales falencias se anota la escasa difusión que tienen ideas y proyectos con un buen potencial transformador.
Es cierto, Internet es una herramienta muy idónea y provechosa, que cada vez más nos acerca ideas expresadas en puntos distantes en el tiempo y en el espacio. Sin embargo, es imposible interiorizarse de miles de propuestas, y tal es la polución informativa de la red de redes, que esto apabulla y desconcierta hasta el gallo mejor plantado. Ante esta riqueza tan grande de documentación, los usuarios de la red de redes terminan por no leer nada, o por leer propuestas que no son las mejores. Además, obviamente no se trata que los actores sociales solamente lean y registren, pues también se les debe dejar espacios para meditar, para actuar, para argumentar con elementos propios, para implementar, para convencer a sus relaciones.
Obviamente, desde las grandes tribunas periodísticas se llega de otra forma al ciudadano común y a los jerarcas de nivel medio, y se logra formar opinión de otra forma, pero acceder a este mundo para así obtener una amplia difusión no es siempre sencillo.
Analicemos ahora el cuarto ítem: Falta de determinación, falta de coraje, falta de constancia, falta de medios, falta de experiencia. Indudablemente quienes queremos un cambio radical en la organización social, es porque nos hemos convencido que hoy día se presentan irracionalidades, contrasentidos, injusticias, inequidades, ineficiencias, etcétera, y por todo ello es que pensamos que con urgencia se precisa un cambio, un gran giro de timón. Por momentos muchos de nosotros tenemos rabia, clamor, y ruego, a flor de nuestros labios y de nuestro aliento. Por momento muchos de nosotros nos sentimos tentados a gritar: “Basta ya, las cosas han llegado al límite de lo irracional, y ya no se soportan más”. Ahora bien, quienes esto pensamos sin duda estamos en diferentes situaciones económicas, pero en mayor o menor grado todos debemos tener una ocupación que nos genere ingresos para así poder subsistir, y para así apoyar a nuestras respectivas familias. Lo que quiero decir con esto, es que en buena medida nuestras elucubraciones sociales y filosóficas, por brillantes y completas y sinceras que ellas sean o que ellas parezcan, son para nosotros una actividad secundaria a la que le dedicamos el tiempo que podemos. ¿Y quienes están del otro lado? ¿Y quienes son nuestras contrapartes? Bueno, indudablemente ellas son las oligarquías, los sectores de poder, e incluso una gran cantidad de actores que han descubierto falencias en nuestro actual ordenamiento social, y que basan sus actuales medios de subsistencia precisamente en aprovechar esas falencias; y en esta gran bolsa que por cierto también es significativa en su conjunto, se encuentran los defraudadores de impuestos (pues quienes defraudan al fisco no sólo son los grandes emprendimientos, sino también el pequeño comerciante y el pequeño empresario industrial y el contrabandista, e incluso el informal que ofrece mercadería en la calle, e incluso el ilegal que acepta trabajar en negro, etcétera), y también se encuentran aquellos que hoy día desempeñan funciones que en el futuro ordenamiento desaparecerán o se reducirán (entre ellos los administradores, los empleados bancarios, los vigilantes privados, quienes transportan caudales, en general quienes pagan y quienes cobran, los abogados quienes deberán atender menor número de demandas civiles, etcétera), y también quienes hoy día desempeñan actividades ilegales (ladrones de guante blanco y también ladronzuelos y punguistas, rapiñeros, reducidores, estafadores, narcotraficantes de gran escala o de bocas de venta, pillos de todo calibre y color, contrabandistas, etcétera), y también por cierto los especuladores, y también por cierto quienes hoy día deben y se las arreglan para no pagar, o quienes hoy día cobran por rubros que no les corresponden. Observe bien y evalúe bien el lector estas dos partes. Por un lado personas altruistas y/o soñadoras, que por sentimiento y por humanismo y por querer hacer el bien por el bien mismo, desean construir un mundo mejor, más solidario y cordial, más justo, más equitativo, más funcional, más racional, más eficiente, menos rabiosamente consumista, pero que por lo general deben tener una ocupación principal de la cual poder vivir en el día a día, de la cual poder subsistir. Y por otro lado otro conjunto de personas, algunas muy poderosas y con muchos medios a su disposición, pero todas con el común denominador que el nuevo ordenamiento social propuesto les perjudicaría, en el sentido que les haría perder buena parte de sus actuales ingresos, en el sentido que les obligaría a cambiar sus respectivas estrategias de supervivencia hacia otras actividades en la que no saben bien cómo les irá y en las que no saben bien cómo actuar. Para este segundo grupo mantener el status quo actual es de suma y capital importancia, pues en ello se juegan sus ingresos actuales y su actual modo de vida, y por tanto seguramente estarán dispuestos a hacer de todo para que las cosas no cambien, o para que ellas cambien lo menos posible. Recordemos en este punto ese divertido y conocido juego de palabras, ese emblemático dicho popular: Cambiemos todo lo que sea necesario, para que las cosas continúen más o menos por los mismos carriles de siempre (“Cambiemos todo lo necesario para que todo siga como está”, “Everything to change so that everything carries on as always”, “Che cambi tutto perché non cambi niente”).
En resumen, sin duda poca gente querrá comprometerse con proyectos atomizados, exageradamente personalizados, inconcretos, que disponen de pocos recursos, y para colmo mal conocidos porque lo usual es que se los conozca por referencias de terceros, o por haberlos leído y analizado sólo en forma superficial.
Pero aún queda un quinto ítem por tratar: Falta de capacidad para llegar al corazón de la gente, falta de capacidad de convencimiento y de sensibilización.
Indudablemente las teorías económicas o sociológicas y también las cuestiones exageradamente técnicas, difícilmente llegan al corazón de la gente, y difícilmente logran convencer a cabalidad. Para convencer es muy conveniente motivar emocionalmente, y eso se logra con cierta facilidad con un buen discurso y con propuestas demagógicas, con propuestas muy politizadas e ideologizadas, con declaraciones grandilocuentes y prometedoras, con visiones idílicas que se dice estarán al alcance de la mano, con movilizaciones sociales espectaculares y masivas, con reiteradas e insistentes alocuciones en los medios masivos de comunicación social, con acciones públicas originales y pintorescas, y también por cierto con el boca a boca popular, o sea haciendo uso de una conveniente sinergia social, haciendo uso de un conveniente y cotidiano contagio social. En resumen, la teoría y la elucubración filosófica de alto vuelo por cierto no deben ser desechadas, pero también hay que construir una versión muy orientada a la divulgación general, que sea convincente, que sea atrayente, que sea emotiva, que logre entusiasmo, que movilice y motive, que invite al festejo, que por anticipado produzca alegría y esperanza. Obviamente sin teoría y sin planificación se hace inviable cualquier revolución o cualquier importante cambio estructural, pero para viabilizar social y políticamente un emprendimiento de este tipo también se necesita calor humano, también se necesita apelar al sentimiento y a la espiritualidad de la gente, también se necesita transmitir confianza y optimismo.
Y ya para terminar esta nota, transcribo a continuación algunos versos inmortalizados por la pluma de José Hernández, y plasmados en las hojas del libro “Martín Fierro”.
Hasta que el pueblo las canta, las coplas coplas no son, y cuando las canta el pueblo, ya nadie sabe el autor.
Procura tú que tus coplas vayan al pueblo a parar, que al volcar el corazón en el alma popular, lo que se pierde de gloria se gana de eternidad.
Lo que pinta este pincel ni el tiempo ha de borrar, y nadie se ha de animar a corregirle la plana, no pinta quien tiene ganas sino quien sabe pintar.
Hasta aquí los comentarios que por el momento deseaba plantear. Quedo a la espera de las sugerencias o de los aportes, que los eventuales lectores tengan la amabilidad de plantear.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por visitarme. Deja aquí opiniones y críticas.